

Arrietty y el mundo de los diminutos es el nombre traducido al castellano de uno de los últimos trabajos de los estudios Ghibli, responsable de famosas películas animadas como El Viaje de Chihiro y La Princesa Mononoke.
Y, si bien Karigurashi no Arietti (como se llama originalmente en japonés) se estrenó hace ya más de un año en Japón, por estos días se proyectó en algunos cines europeos, incluyendo los españoles.
Un argumento europeo
No es extraño encontrar en las películas de los estudios Ghibli marcadas influencias europeas en sus guiones, que se combinan con la calidad artística japonesa.
En este caso, la fuente de inspiración en Arrietty y el mundo de los diminutos proviene directamente de The Borrowers, una saga de novelas fantásticas infantiles escritas por la inglesa Mary Norton durante los años ‘50.
En estos libros, los “borrowers” eran unos personajes diminutos que se apodaban así porque constantemente obtenían ciertos objetos pequeños de la “gente grande” (los humanos) para sobrevivir.
El guión de Arrietty y el mundo de los diminutos fue adaptado y escrito por el gran Hayao Miyazaki.
La magia japonesa
Si bien la historia de Arrietty y el mundo de los diminutos está basada en los libros ingleses, la originalidad de los estudios Ghibli nunca falla, dando como resultado, una vez más, una obra maestra de la animación, la cinematografía, y el arte en general.
La trama tiene como protagonistas, como es característico en estas películas, a una pareja muy joven de personajes, generalmente separados por el mundo que los rodea, pero unidos ante ciertas circunstancias que les permiten acercarse uno a otro y, libres de prejuicios, los llevan a conocerse mutuamente y sortear una serie de obstáculos impuestos externamente.
La calidad de la animación, como siempre, es imbatible, quizá sólo comparable con otros trabajos japoneses.
En cada fotograma de la película se destacan los dibujos, los movimientos de los personajes, los fondos (escenarios increíblemente detallados de un jardín que parece haber sido pintado por un impresionista del siglo XIX), y los detalles minuciosos de cientos y cientos de objetos cotidianos, diminutos, que suelen encontrarse en una casa de familia.
El sonido (y la música) de Arriety no se queda atrás, es casi imposible que el público no se vea transportado fácilmente a una tarde lluviosa de verano o una noche silenciosa durante varias escenas especialmente cuidadas de la película.
Sin duda alguna, Arrietty y el mundo de los diminutos se merece un lugar en la videoteca de los niños más imaginativos y en la de los adultos que aman el arte, la calidad cinematográfica, y la fantasía.